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Acerca del sentido de la vida

El conocimiento de civilizaciones desaparecerían inexorablemente, junto a las preciadas enseñanzas de la vida, del cosmos, del respeto y el orden. Teos, nuevamente, en su eterno ciclo hacia el Caos.

POR JOSÉ OYARCE D.

A las costas de América, hace 500 años, llegan barcazas de madera cabalgadas por soñadores y comerciantes, quienes conquistaban nuevas tierras para la Corona Española. La espada con sangre, bañada de religión, avasalló a todo aquel que se cruzó por el camino. La violenta nueva Fe, fue promulgada. Aquellas tradiciones ancestrales de los que aquí habitaban, se irían perdiendo bajo el cañón del conquistador. La sabiduría ya debilitada de los místicos sacerdotes Mayas, Aztecas e Incas, sentirían la traición y el pisoteo de la ignorancia convertida en armadura. Su interés: el oro que encontrarían por doquier. La sencillez y conocimiento de civilizaciones desaparecerían inexorablemente, junto a las preciadas enseñanzas de la vida, del cosmos, del respeto y el orden. Teos, nuevamente, en su eterno ciclo hacia el Caos.

Bajo este terrorífico escenario, las verdades se ocultan a los ojos comunes, siendo rescatadas en el legado mágico de nuestros antepasados americanos. Grandes templos con un extraño orden, cultivos sustentables, orden social piramidal, seres humanos que en su sabiduría debilitaron su defensa ante los invasores, entendiendo que el ciclo kármico es inevitable. Y aquí estamos hoy, herederos obligados del evangelio ensangrentado, con los conocimientos ocultos misteriosamente, viviendo esta nueva Edad Media. Los castillos se llaman condominios, los nobles (que no lo son) se disfrazan de exitosos comerciantes. Los templos sagrados fueron sustituidos por iglesias. Se perdió el camino del ascenso espiritual, el trabajo incansable de evolucionar individual y colectivamente.

Cada ser cumple una función vital para la existencia de otros. Así, el reino mineral entrega su estructura material y energética, para que otros reinos puedan existir y evolucionar. No es extraño entonces que los vegetales aporten lo suyo a otros reinos existentes. El reino animal, es conocido por su aporte alimenticio al reino humano. Sin embargo, aparte de lo evidente, existe otro aporte más sutil: el cuerpo emocional de animales altamente desarrollados, muy fácil de detectar entre los llamados domésticos. Existen claros ejemplos de su gran aporte a las dolencias propias de los seres humanos. Este es un escueto relato de lo ya conocido. Obviamente, existen otros aspectos profundos y enigmáticos de cómo se relacionan entre sí.

¿Qué será propio del reino humano? ¿Existirá algún nivel evolutivo? ¿Cuál será el aporte a los otros reinos? ¿O es que somos tan especiales y creemos que nuestra existencia es tan superior, que no tiene una función útil hacia los otros reinos? ¿Qué tendrá todo esto en relación al sentido de la vida? Sin querer profundizar dicho tema, podemos intuir que, así como todos los reinos muestran niveles evolutivos en su forma de manifestación, energético, pránico, emocional, astral, mental o intelectual, el ser humano también tiene su propio proceso de evolución, basado en la ‘continuidad’ de los otros reinos existentes.
Transformarse cada vez más en humano es la tarea, ser un ente que aporte a los reinos que vienen detrás, en esta gran carrera ascendente y unificadora. “El eterno retorno”. Necesitamos tiempo y dedicación a ese crecimiento. No es menor que los grandes hombres de la historia, señalasen que se debe desplegar amor por todo lo existente. Amor que es inegoísta, permanente, eterno, que busca beneficiar a todos por encima del beneficio propio.

Ya es hora de caminar conscientemente hacia nuestro propio Dharma, colaborar en el avance de los que vienen lento. Cambiar no a cualquier lado, sino que hacerlo a la conquista del ser humano interior y olvidado, repleto de cualidades, que rescata esa chispa divina que habita en todos los hombres existentes, y que está convencido de que algún día, superaremos ese estado lleno de defectos y egoísmo.

Una nueva humanidad se construye con intenso y permanente trabajo. Entonces ¿cuál elijes? ¿el camino del dolor o el sagrado despertar de la conciencia?

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