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Un vino con

Alberto Siegel Prieto: En mercados desafiantes, vinos consistentes

Cualquiera sea la generación que lidere un proyecto de viticultura, enfrenta tiempos en los cuales el área comercial está fuertemente ligada a la enológica. Son tiempos de etiquetas que salen al mundo, que compiten, que buscan un espacio y que deben atender las necesidades de paladares siempre cambiantes. Como nuevos mercados, se les conoce. Aquí, Alberto Siegel entrega su visión acerca del escenario vitivinícola chileno y reflexiona sobre los nuevos terruños de Colchagua, siempre con el ojo puesto en la calidad y el origen de las uvas, recalcando que el trabajo detrás de cada vino de Siegel Wines, se debe abordar con rigurosidad y persistencia.

POR PATRICIO MORALES L. , ALVARO TELLO | FOTOGRAFÍA CLAUDIA MATURANA N.

El origen de la familia Siegel se remonta a 1929, cuando llega al país procedente de Austria, Alberto Siegel Lubbe, prolífico referente de la arquitectura nacional, quien erige edificios de belleza emblemática como el primer gran hotel de Santiago, el Crillón, y el Banco de Chile, verdaderos hitos del paisaje metropolitano.

En su tercera generación –dos de ellas dedicadas a la viticultura–, la familia Siegel ha sido testigo del crecimiento de Colchagua, abrazando la viticultura como forma de vida, expandiéndose hacia diversos terruños dentro de este valle y saliendo a conquistar nuevos mercados. Y es que la ruta trazada dentro de la industria por Alberto Siegel Dauelsberg –primero en el corretaje de uva a granel y luego en el retail–, ha dado buena cosecha. Hoy, es su hijo Alberto Siegel Prieto, enólogo y actual miembro del directorio de Viñas de Colchagua A.G., quien representa el liderazgo del equipo comercial de esta viña, estableciendo con cautela las pautas para enfrentar un mercado cada vez más vertiginoso y competitivo.

¿Bajo qué circunstancias te integras al mundo del vino?

Fue hace 12 años. Tal vez seguí el camino lógico, pero el mundo del vino siempre me gustó, aunque no sabía si me dedicaría a él, a los frutales u otra cosa. Al final, opté por la enología. Trabajé dos años como enólogo en Concha y Toro, y luego me integré a la parte comercial, que es el área donde más me he involucrado. Después de pasar por otras viñas, me incorporé a Siegel. Ha sido un camino largo, pero muy satisfactorio. Es un negocio difícil, hay que saber administrarlo bien, pues se puede escapar de las manos fácilmente.

¿Cuáles son los orígenes de esta tradición familiar?

Mi abuelo trabajó muchos años en Viña San Pedro, en el área agrícola. Alrededor de los 80’, junto a mi padre inician este proyecto, que es netamente familiar, y compran tierras en Colchagua, en el fundo San Elías, Palmilla, donde actualmente está nuestra bodega. Allí plantaron las primeras viñas de Cabernet Sauvignon, las más antiguas, y construyeron una pequeña parte de la bodega para unos 500 mil litros. Actualmente, su capacidad es de alrededor de 15 millones.

A mediados de los 90’, se compró El Crucero, donde se plantó principalmente Cabernet Sauvignon. Posteriormente, seguimos creciendo con otro campo de 250 hectáreas plantadas en Peralillo.

¿Cómo definirías esta suerte de herencia familiar, en el rubro vitivinícola, que se da de padre a hijo, tanto en el caso de Siegel como también ocurre con Viña Santa Cruz, Viu Manent o Montes, por ejemplo?

Cada familia tiene su forma de manejar el negocio. En nuestro caso, tenemos bastante autonomía en la forma de trabajar, nos dividimos bien los espacios y funciones. Conversamos mucho y tomamos varias decisiones en conjunto, en familia. Ahora, esta suerte de relevo es algo que se va dando naturalmente, es la ley de la vida. Mi padre, en algún momento, irá dejando de a poco su carga de trabajo y ahí, obviamente, tendremos que asumir mayores responsabilidades. Lo mismo pasará con nosotros. Este recambio generacional asegura la continuidad que debemos dar a la empresa.

Hace 10 años decidimos jugar en las grandes ligas, producir vinos que expresen el origen, su calidad y personalidad. La competencia es muy fuerte, por lo tanto, tienes que tener buenos productos, si no estás fuera.

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Hemos seguido de cerca el proceso de expansión de Viña Siegel, manifiestamente significativo en estos últimos años.

Así es. Siempre nos habíamos enfocado en el vino a granel. Hace 10 años decidimos jugar en las grandes ligas, producir vinos embotellados que hablen del origen, de su calidad y personalidad. La competencia es muy fuerte, en ese desafiante escenario debes tener buenos productos para enfrentar años complejos, si no estás fuera.

También hicimos un cambio de imagen, de etiquetas, para marcar un nuevo sello en los vinos, darles mayor consistencia. Estos pasos nos permitieron abrir nuevos mercados, generar mayor volumen de ventas y crecer.

A nivel global, la economía está bastante resentida, como es el caso de China, por lo tanto, el negocio está más difícil que hace 20 años, cuando el vino chileno estaba en pleno boom. Hoy los mercados están saturados, más competitivos.

El último campo que adquieren es Los Lingues. ¿Por qué apostar por ese lugar?

Ya contábamos con campos en San Fernando, muy cerca de los Lingues, y se nos presentó la oportunidad de comprar 200 hectáreas en 2007 a la familia Claro, y la tomamos. El lugar lo habíamos visto y escuchamos de su gran potencial.

¿Cuál es ese potencial?

Principalmente está dado por su clima, la influencia de la brisa que recorre el faldeo de la Cordillera de los Andes. Hemos hecho estudios de micro terroir con el Doctor Pedro Parra, que arrojaron 60 tipos de suelo distintos; entonces vimos una serie de factores que convergen, siendo suelo y clima los más importantes y, por supuesto, contar con un buen equipo de trabajo. En 2013, plantamos un cerro con 14 hectáreas que tiene un 80% de pendiente. Es fabuloso ver en 360 grados la plantación con 14 variedades distintas. Estamos muy contentos de cómo se ha dado la calidad en esta nueva Denominación de Origen.

Nuevos terruños, nuevas fronteras, que al parecer ilustran el buen momento por el cual pasa la vitivinicultura chilena.

Estamos en un momento espectacular, tal vez el mejor de todos los tiempos. La diversidad que hoy existe de la Cordillera de los Andes a la Cordillera de la Costa; de norte a sur, a la que se suman plantaciones en lugares extremos del país, como los viñedos en el desierto; hace unos años parecía imposible. Desde el punto de vista de la diversidad y de encontrar lugares nuevos, creo que Chile está pasando por un gran momento.

¿Cómo se plantea Viña Siegel en ese escenario?

Trazamos una estrategia hace unos años. Nuestro principal objetivo es hacer vinos de muy buena calidad, que sean reconocidos por el consumidor, por la crítica, y la obtención de muy buenos puntajes. Pero siempre reflejando y poniendo énfasis en el origen, que lo reflejen, que sean vinos con gran personalidad, de taninos suaves y fáciles de beber.

Y todo indica que lo están logrando…

Sí, hemos logrado un gran avance. Nuestros vinos año a año son consistentes. En esto influye mucho el viñedo, plantarlo en el lugar adecuado, con tal de obtener buena calidad de uvas. Esto es importante, ya que permite ser consistentes, factor clave en este rubro. Tener vinos muy buenos un año y en otro regulares, no sirve.

Hemos visto cómo Siegel ha ido sumando reconocimientos. Dentro del medallero, es importante el trabajo realizado con Unique Selection, que ha obtenido notables puntajes entre la crítica nacional y extranjera. ¿Qué representa ese vino?

Representa bastante, desde varios puntos de vista. Primero, porque es un SKU, es decir, un producto que esta en un rango de precios entre los $15.000 y los $18.000, por lo tanto, pasa a ser un vino Ultra Premium, cuya relación precio–calidad es muy potente. Ha obtenido puntajes realmente sobresalientes dentro de la crítica, como son los alcanzados con Tim Atkin, y en publicaciones como Wine Spectator, entre otras. Su éxito lo acompañan los puntajes de la línea Single Vineyeard, que está un poco más abajo, y que es un Carménère y un Cabernet; y a Ketran, que es nuestro vino ícono al que también le ha ido muy bien. Por lo tanto, confirman lo sólido y consistente que son las tres líneas.

Segundo, porque creo que las mezclas tienen un gran futuro en Colchagua. Personalmente me gusta mucho Unique, que es una mezcla 45% Cabernet, 35% Carménère y 20% Syrah. Esto ratifica que tenemos una gama potente de compuestos y de materias primas para crear estos blend. Eso es lo principal.

Hay variedades como el Cabernet Franc y el Petit Verdot que no se ocupan mucho como mono varietales, pero en el caso de las mezclas, son excepcionales. Es más, el Petit Verdot es la que mejor se da en los Lingues, y estamos próximos a sacar un Petit Verdot Single Vineyard muy, muy bueno.

En las mezclas, el Petit Verdot y el Cabernet Franc, apoyan al Carménère, al Cabernet y Syrah de una forma increíble. Hay un futuro y un tema potente. Dentro del Valle de Colchagua, los íconos generalmente son mezclas.

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El éxito de los vinos de alta gama en la Fiesta de la Vendimia de Colchagua, fue impresionante, y como bien dices, muchos de ellos eran mezclas. Lo fue. Es increíble que la barra VIP, de vinos íconos cuya pulsera costaba $50 mil, se agotara tan rápidamente. Su éxito fue sorprendente, lo cual es muy bueno para todos los productores.

La tarea de la Asociación es siempre posicionar a Colchagua como un valle con diversidad y, principalmente, productor de vinos premium.

Acerca de Viñas de Colchagua, ¿dónde estará el foco de trabajo para este año?

La tarea de la Asociación es siempre posicionar a Colchagua como un valle con diversidad y, principalmente, productor de vinos premium. Nuestra responsabilidad como directorio, junto a nuestra gerente Maite Rodríguez, es promover nuestras convicciones, transmitirlas y realizar actividades que muestren al Valle de Colchagua. Esa es la gran tarea para este equipo que se formó espontáneamente y que ha ido bien encaminado.

Es importante, teniendo en cuenta que enfrentarán el 4° Congreso Mundial de Enoturismo. Sin duda. Es un evento a nivel mundial de suma importancia para el valle y una tremenda oportunidad que lo posicionará a nivel internacional y dará mucho que hablar.

¿Han pensado como viña incursionar en el mercado turístico?

Está considerado, pero aún no tenemos un plan concreto. Estamos ubicados en lugares y puntos muy estratégicos dentro del Valle de Colchagua, por lo tanto, existe la oportunidad de hacerlo, pero lo queremos hacer bien, no a la rápida. Nos estamos tomando el tiempo necesario para planificar y poner una estrategia en marcha.

Cierto, han crecido y cubierto puntos claves del valle.

Sí, y sobre todo en los Lingues, que está a orillas de la carretera. Con todos los terrenos tenemos oportunidades muy grandes, pero debemos hacer las cosas bien, pues a medias no funcionan por mucho tiempo. Si hay algo que nos caracteriza es que somos muy rigurosos y ordenados. Esa es la clave.

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