Cada vez se vuelven más difusos los límites estacionales. Ante tal, el frescor de algunos vinos logra proyectarse a medida que el calor se mantiene, mientras que los de guarda, esperan por esos platillos llenos de vapor y cariño hogareño. En esta Edición N°30 de Peperina, hemos seleccionado cinco vinos, ideales para beberse mientras las hojas caen y comienzan a cubrir el paisaje.
POR ÁLVARO TELLO | FOTO ARCHIVO FREEPIK
APALTAGUA GRIAL 2015, UN ÍCONO SÓLIDO Y ROBUSTO
Si un ícono representa la máxima expresión de calidad, o el alma y espíritu de una viña, es hora que conectemos todas estas sutilezas y probemos Apaltagua Grial 2015. De los cerros de Apalta, proviene la selección de uvas Carménère que dan vida a este vino de taninos suaves, donde también apreciamos la altura de su fruta.
Elegante, maduro, de buen equilibrio tras la guarda, perfecto para una cocina chilena enjundiosa, como un estofado de otoño en paila de greda, en compañía de aquellos que disfrutan de la buena mesa y, por supuesto, los vinos con peso.
LOS VASCOS, LE DIX 2014, PERSONALIDAD
“Vinos con personalidad” ¿Existen? Claro que sí. Poseen un sello distintivo, único, irrepetibles dentro de un estilo. Y a Los Vascos Le Dix -que seguimos desde 1999- le sobra carácter. Su añada 2014 muestra una amplitud en boca exquisita. Es simplemente de esos vinos que parecen abrirse y mostrar todo de una vez.
El Cabernet Sauvignon (más un pequeño porcentaje de Carménère y Syrah) marca la entrada deslizándose con elegancia y persistencia. Conserven esta añada 2014 en su cava y descórchenlo en un par de años. Verán lo maravilloso que es. Hasta entonces, no se olviden de acompañarlo con quesos maduros.
VENTISQUERO GREY GCM, NO ES EL MEDITERRÁNEO, ES APALTA
Cuando probamos este vino, sentimos que nos faltaba un plato de bacalao con arroz caldoso para sentirnos en el Viejo Mundo. Pero estamos en tierras jóvenes y demandamos otros acompañamientos.
Felicitaciones al sólido equipo de enólogos de Ventisquero, que mezcla Garnacha, Carignena y Mataro, provenientes de Apalta. He aquí, un acercamiento a variedades de uvas ‘mediterráneas’, ideal para quienes buscan explorar con cepas no tradicionales. Pongan unas longanizas a la parrilla y vean cómo Grey GCM deja sentir su peso y fruta roja. Una mezcla intensa y fácil de beber, como pocas. No es un contrasentido, es virtud de pocos.
KOYLE COSTA CUARZO 2018, EL MAR PRESENTE
Partamos con un cliché. “Todos los blancos sirven para pescados y mariscos”. Nada más equivocado. Excepto, si hablamos de Sauvignon Blanc, variedad que en algunas zonas de Chile da vinos excepcionales, que nos llevan a pensar en ceviches, pescado frito, mariscales y bullentes pailas marinas.
Por ese recorrido gastronómico, nada mejor que Koyle Costa Cuarzo, un vino con toda la influencia marítima que recae en Paredones, donde se cosechan las uvas para este cien por cien Sauvignon Blanc, en el que podemos apreciar una rica acidez, mineralidad y frescor. Atentos, que la botella se va rápidamente.
VIÑA MAQUIS ROSÉ 2018, EL YA CONVERTIDO EN UN CLÁSICO
Cómo este vino llegó a convertirse en un clásico, no es un misterio. Hace diez años los rosados chilenos parecían dar palos de ciegos. Nada sugerente. Entonces surgió Maquis, con una propuesta que fue convenciendo a los más escépticos y aquellos que no creían que un rosé podía ir por el lado del frescor, con bajo nivel de alcohol. Ideal para disfrutar en primavera y verano, e incluso bien entrado el otoño.
Esta viña ha demostrado que es posible mantener su consistencia añada tras añada. Ahora, preparen una cubetera con hielo y enfríen este rosé de Maquis 2018, elaborado cien por cien con uvas de Malbec del Valle de Colchagua.