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DIEGO BALMACEDA: ARQUITECTURA DE CAMPO Y MAR

Ha diseñado, construido y restaurado importantes hoteles, edificios patrimoniales y casas, involucrándose personalmente en cada proyecto. Su arquitectura, plasma una sintonía entre el entorno y la forma de vida del mandante, alcanzando un equilibrio vital entre funcionalidad, estética y materialidad, sin importar la magnitud de la obra.

Diego Balmaceda se preocupa de reflexionar una arquitectura volumétrica, con grandes espacios comunes que se abren al entorno, manteniendo siempre un distanciamiento de las áreas privadas, para que sus proyectos puedan ser habitados de distintas maneras, en un mismo tiempo. Exteriores e interiores armonizados en una narrativa sin mayores pretensiones que la experiencia de apropiarse de lugares y rincones, y que estos provoquen sensaciones entre quienes allí interactúan.

POR PATRICIO MORALES L., PAULO ARAYA V. / FOTOGRAFÍA CLAUDIA MATURANA N., PATRICIO CHANDÍA M., ARCHIVO DIEGO BALMACEDA

La propuesta de Balmaceda se entrelaza con la versatilidad que denotan sus obras, lo que le ha permitido diversificar su carrera profesional en cuatro empresas; la constructora MA, la oficina de arquitectura Balmaceda y Gálvez, inmobiliaria Balval y la fábrica de mueblería Los Olmos.

El arquitecto egresado el 2004, de 40 años, usa en la composición de sus trabajos elementos que entrega el lugar, siendo madera y piedra, los recursos más presentes en sus creaciones, estableciendo un diálogo entre el trazo y estos nobles materiales. El profundo valor que sus proyectos otorgan a la relación con el entorno es realmente significativo, sea éste natural o urbano.

Es su prolífica y exitosa trayectoria, resulta difícil identificar sus trabajos más representativos, pues ellos encarnan un proceso de investigación en diseño; pero se aventura a nombrar algunos como “el Hotel Puerto Viejo de Llico, casas de Cachagua y Vichuquén, entre muchas otras”, menciona el profesional.

Son más de 60 proyectos los que ha efectuado con su socio Gonzalo Gálvez, desde que fundaron su oficina en el 2000, “pero si tuviera que elegir una de mis obras, me quedo con el Hotel Noi Blend Colchagua, porque fue un trabajo completo, que permitió involucrarme desde la ruina otorgada por el tiempo y terremoto y pasar por todas sus áreas de diseño, con un gran resultado”, explica el arquitecto.

Para dicho desafío, compró una bodega de vinos construida en 1875, que sería demolida por los daños generados tras el terremoto de 2010, y “con al apoyo de la decoradora Bárbara Fernández, logramos reconstruirla… reinventarla”, indica. Su arquitectura, la desarrollaron durante dos años y “después diseñamos todos los muebles principales. Además, pude trabajar con María José García-Huidobro, en el paisajismo”, agrega Balmaceda.

En el Blend, recuperó la estructura y la transformó en un sublime espacio para los pasajeros. “Trabajamos en conjunto con Joaquín Larraín y Bárbara fue quien coordinó y logró que en nuestra iniciativa, participaran 13 profesionales de la Asociación de Decoradores de Chile, quienes hicieron una gran labor, poniendo su destreza en cada habitación del hotel, por lo que todas son diferentes”, añade.

ORÍGENES Y OBRAS

“Yo partí con mi oficina y el taller de muebles bastante chico. Mi abuelo fue arquitecto y mi padre también. Siempre estuve metido en esto de la construcción; siempre supe que sería arquitecto, nunca lo dudé”, recuerda.

En el primer año de carrera, armó un emprendimiento con Gonzalo Gálvez, que hasta hoy es su socio. “Mi oficina va a cumplir 20 años en Santiago y el primer proyecto en que participé, fue una casa en el Arrayán”, rememora.

Para la construcción del Hotel Puerto Viejo de Llico, emplazado en la zona costera de la Región del Maule, Diego sorprendió con una magnífica y contemporánea edificación que se funde en la geo – grafía costera del lugar y, según detalla, “planteamos la arquitectura, adaptándonos a la pendiente del cerro, permitiendo una increíble vista al mar, en dos niveles, en un área total de 1.200 m2”. Junto con lo anterior, diseñó un condominio en Boyeruca, que se encuentra en proceso de implementación. “Es el primer condominio de esta calidad que se construye en ese borde costero, que se hace cargo del auge que vive la zona, debido al hotel, que generó un nuevo destino vacacional y al desarrollo surgido a partir de éste”, sostiene el arquitecto.

“SI TUVIERA QUE ELEGIR UNA DE MIS OBRAS, ME QUEDO CON EL HOTEL NOI BLEND COLCHAGUA, PORQUE FUE UN TRABAJO COMPLETO, QUE PERMITIÓ INVOLUCRARME DESDE LA RUINA OTORGADA POR EL TIEMPO Y TERREMOTO Y PASAR POR TODAS SUS ÁREAS DE DISEÑO, CON UN GRAN RESULTADO”,

Balmaceda

Hemos nombrado a Muebles Los Olmos, firma que se hace cargo de una tradición familiar, pues su bisabuelo, Andrés Balmaceda, fue un gran mueblista. “Partí con mi fábrica de muebles y de a poco empecé a involucrarme más con las maderas y el fierro, en todos los diseños. Actualmente, tengo un taller en Peralillo con mi socio Manuel Ormazabal”, señala, indicando también que juntos compraron un viejo puente con cuyas maderas construyeron muebles antiguos, “también hacemos modernos en álamo lacado y creamos piezas para otros arquitectos”, añade.

Balmaceda es capaz de transformar infraestructuras comunes, en atractivos espacios dominados por la funcionalidad y un alto sentido estético, siendo sus casas un ejemplo que no escapa a ello, pues se trata de obras que ofrecen una experiencia en el habitar que trasunta expectativas más allá de muros, vigas o colores: una invitación a redescubrirse y conectarse. En este ámbito, sólo por nombrar algunos, cabe destacar diversos proyectos personales en el Valle del Elqui, Chiloé y Vichuquén, donde construye actualmente un condominio de tres casas, a pasos del lago.

En esa comuna de la provincia de Curicó, registra la ejecución de 13 casas; también en Cachagua, Zapallar y Santiago. A ello se suma otra en el sector de Los Olmos, comuna de Palmilla. Asimismo, trabaja a paso firme en su última obra, una casa emplazada camino a Los Boldos, en Santa Cruz, que aún está en proceso de construcción.

Paralelamente, su habilidad se ha materializado en la edificación de tres pesebreras. La primera de ellas, levantada en el fundo Los Olmos. En la segunda, “conté con la colaboración del destacado paisajista Juan Grimm; ahí em – pleamos adoquines”. Esta caballe – riza se encuentra en los terrenos de un fundo ubicado en Talhuén, “donde utilizamos durmientes, que partimos y atravesamos con pasa – dores”. Podemos añadir el elegante haras para caballos de carrera, en el sector de Chimbarongo, “que se encuentra entre los mejores de Chile en su tipo. Ahí generamos es – pacios de calidad para el bienestar de los animales, en todas sus áreas relacionadas, tanto para comer, beber y caminar”, señala.

EN LA COSTA DE LA REGIÓN DEL MAULE, BALMACEDA CONSTRUYÓ EL HOTEL PUERTO VIEJO DE LLICO, UNA BELLA Y CONTEMPORÁNEA EDIFICACIÓN, QUE DIALOGA EN ARMONÍA CON EL PAISAJE, EN DOS NIVELES CON VISTA AL MAR.

 

Estas páginas pueden ser insuficientes para resumir toda la obra de este prolífico y lúcido arquitecto, pero lo que podemos escribir con certeza, es que su fértil labor se abre como una invitación para construir esos espacios que siempre anheló, con un profesional que concibe el trabajo arquitectónico como experiencias únicas, integradas en el paisaje, con elegancia y vocación artística, puesta al servicio del mandante y sus expectativas.

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“Creo fundamental que el nuevo plan regulador de Santa Cruz se preocupe de que aquellas construcciones que se ejecuten, tengan una lectura común y contemplen al peatón dentro de un circuito que podría ser muy beneficioso para los locatarios y turistas. Si considera estos puntos, será un acierto que traerá repercusiones bastante positivas para muchos sectores, sobre todo para el turismo. Es vital la intervención del centro y generar un proyecto a una escala humana/peatonal/turística, así como considerar la posibilidad de lograr algo como lo efectuado en Lolol o en la comuna de Vichuquén, donde se realizó un trabajo conjunto de varios profesionales y donde se puede ver un tremendo resultado”, reflexiona Diego Balmaceda.

 

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