Pincel y Territorio
Citar a esta artista radicada en Pichilemu, no es sólo referirse a óleos o pinceles, sino hacer alusión a una de las pintoras más importantes de nuestra región, reconocida a nivel nacional y que proyectando su obra expresionista fuera de Chile, rescata el paisaje y el patrimonio gastronómico y humano de la costa local.
De voz profunda, cabellos luminosos y cálida sonrisa, Beatriz se despliega en el arte con trazos gruesos, colores puros y fuertes, con formas ensortijadas y una composición alegre, que hacen que su obra pictórica tenga un sello personal, lo cual se agradece.
POR PATRICIO MORALES, PAULO ARAYA V. | FOTOGRAFÍA PATRICIO CHANDÍA M., ARCHIVO PERSONAL
En su última exposición “Lo que el mar me contó”, comparte paisajes costeros de belleza excepcional, en sugestivas composiciones, con tonalidades que van desde el azul, al amarillo, pasando por una extensa gama de verdes, en lienzos que destacan la generosa luz de la costa regional, de sus habitantes, su gastronomía y fauna local.
SU VIDA
Beatriz Hagel Cabrera, a partir de 1993 y durante 11 años, se formó en el extranjero. Tras ganarse una beca, viajó a México a estudiar Dibujo, Cerámica y Escultura en el Instituto Nacional de Bellas Artes de San Miguel de Allende, donde se vio fuertemente influenciada por el muralista David Siqueiros, cuya obra está presente en aquella sede. Luego, estudió Artes Aplicadas al Muro, Diseño y Artes Plásticas, en la Escuela de Artes y Oficios de Madrid. Continuó su formación en Escultura, en la Universidad Complutense de la misma ciudad española.
En ambos países, además de Italia y Eslovenia, ha expuesto sus obras con gran éxito. Volvió a Chile el 2004, donde ha montado exposiciones en las más importantes galerías y centros culturales del país.
“EN MIS OBRAS, INCLUYO MUCHO LA NATURALEZA Y LOS SERES HUMANOS QUE HABITAN EN ELLA, EN SU GEOGRAFÍA”.
Cansada de la urbe capitalina, desde hace nueve años la artista plástica reside en Pichilemu, en un departamento frente a la costanera de Infiernillos, que se ha transformado en su refugio y taller. Allí, la bravura del mar reventando en los roqueríos, es su postal permanente. “No me gusta la ciudad. En la creación es importante contar con un espacio, donde no te toquen el timbre a cada rato. Aquí hay silencio, se genera un contacto directo con la naturaleza”, nos explica, ad portas de iniciar un viaje a India, en donde participará del Art Global Festival 2019.
Beatriz, ¿qué técnica utilizas en la pintura y cómo definirías tu estilo?
Pinto con óleo, pincel, trementina, aguarrás y aceite de linaza. Me gusta pintar en grande. No me siento muy cómoda trabajando en cuadros chiquitos. Definiría mi estilo como expresionista y también como latinoamericano. Mi arte es bastante alegre, me interesa mostrar los colores, varios tonos. Yo me lanzo al tiro a pintar. De ahí la obra me va pidiendo ciertas cosas, se genera una comunicación con la tela.
¿Tienes una rutina para pintar?
Trato de pintar todos los días, ojalá entre ocho y diez horas por jornada. Me atrae pintar en las mañanas y, en oportunidades, bien tarde en la noche. Tomo mucho té cuando pinto. La teína me lleva a un nivel de concentración que me gusta, son litros. Es un ritual. Para crear, tengo que estar muy contenta y he visto que esa buena energía se transmite a quienes miran mis cuadros, se comparte el sentimiento.
¿Qué elementos componen el imaginario de Beatriz Hagel?
En mis obras, incluyo mucho la naturaleza y los seres humanos que habitan en ella, en su geografía. Esto tiene que ver con mis sueños, con mis miedos; todo aquello lo reflejo en mi pintura. Mi posición actual puede parecer más naíf, pero es la que más me motiva hoy.
PLASMAR EL LAR
“Lo que el mar me contó”, es uno de tus últimos proyectos. ¿En qué consistió esta experiencia? ¿Cómo la desarrollaste y cuál fue el resultado?
Este fue un proyecto maravilloso, que me permitió adentrarme aún más en la costa de la región e investigar sobre su gente, saber más de ella a través de una forma más íntima, conocer sobre sus oficios, sus formas de vida y sus recetas de cocina.
Fue interesante compartir con pescadores, buzos, cocineras, dueños de restaurantes, recolectores de algas, artesanos, y conocerlos dentro de su territorio, de su hábitat. Me sirvió para conectarme con la costa y redescubrir lo impresionante que es la relación de estas personas con el mar, donde se genera una interacción muy profunda, de mucha sabiduría y respeto, pero también de gratitud, pues ellos reciben su sustento del mar.
«Este fue un proyecto maravilloso»
De esta experiencia, en la que aprendí muchísimo, pinté óleos de paisajes y de la cultura campesina y costera de O’Higgins, materializando un rescate del patrimonio tanto gastronómico como natural y humano, en un trabajo plástico y en un libro, donde cada una de las recetas, estuvieron acompañadas de un cuadro de mi autoría. En el texto, también vienen propuestas de maridajes para las preparaciones.
¿Cómo influye el territorio en tu obra?
Muchísimo, es un factor que condiciona absolutamente. Creo que lo hace en todos los artistas. Lo telúrico te influencia a pintar de una determinada manera, sin duda. La situación política y social incide, influye el clima y el entorno, la conexión con otros artistas del lugar. Por ejemplo, comparo mi obra actual residiendo en Pichilemu, con la que realicé mientras vivía en Madrid o México, y por supuesto que es diferente.
Te vas a India, cuéntame sobre este viaje y cuáles son tus expectativas.
Fui convocada por el gobierno de ese país, para participar del Art Global Festival 2019, un encuentro itinerante que convoca a 30 artistas de diferentes países.
Me voy por dos meses a esas latitudes a pintar. Recibí tan de improviso esta invitación, que no tengo ninguna expectativa, sólo pintar y conocer la cultura, a otros artistas. Quiero viajar luego, estoy feliz. Ya he participado en encuentros internacionales de arte, es una experiencia muy interesante en donde se abren caminos, se abren puertas y te haces de amigos.
Antes de irme, quiero terminar unos cuadros pendientes para partir tranquila y abrirme a nuevas experiencias, a las nuevas creaciones que van a surgir de este viaje.