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Los nuevos caminos de Puyó

LOS NUEVOS CAMINOS DE PUYÓ

Desde lo alto de su viña ubicada en el sector de Colhue, Pumanque, el experimentado enólogo repasa hitos de su destacada trayectoria tanto en Chile como el extranjero y nos entrega detalles sobre Viña Dagaz, el emocionante proyecto personal que desarrolla en el Valle de Colchagua, bajo una propuesta independiente que muestra elegancia y expresión pura del terroir.

POR PATRICIO MORALES L. | TEXTO MATÍAS SAN MARTÍN FOTOGRAFÍA CLAUDIA MATURANA N.

Se autodefine como creativo y soñador, amante de la vida al aire libre y del trabajo en contacto con la naturaleza, virtudes fundamentales al momento de elegir su profesión. Ingresó a la carrera de Agronomía en la Pontificia Universidad Católica de Chile y allí supo que su camino era la enología, “uno de mis tres amores, después de mi esposa e hijos”, confiesa.

En 1992, Marco Puyó comenzó su carrera en la vitivinicultura, estampando su estilo en bodegas de gran trayectoria como Errázuriz, Lapostolle, Los Vascos y San Pedro; mientras que, en el plano internacional, tuvo pasos por Burdeos, Champagne y Borgoña en Francia, Napa en Estados Unidos, y el Valle de Uco en Argentina.

Enterados de su estadía en la zona, llegamos hasta su viña de 40 hectáreas en Pumanque, para conocer parte de sus 27 años dedicados a la enología, su mirada sobre el presente de Colchagua y, por supuesto, sobre su última apuesta personal: potenciar un vino de origen.

¿Qué aprendizajes obtuviste de tu experiencia en Francia y Argentina?

Mi paso por Francia fue muy enriquecedor. Allí realicé mi primera vendimia fuera de Chile, que fue en Chateau Lafite Rothschild y posteriormente en otras bodegas como Veuve Clicquot en Reims, Champagne. Pienso que los franceses son un ejemplo de ser consistentes, de mantener tradiciones y su cultura vitivinícola. Son de formar lugares y terroirs, son muy apasionados por el vino y en la vida debes tener pasión por lo que haces.

Años después trabajé en Chile, en la Viña Los Vascos del grupo Lafite-Rothschild, especialistas en Cabernet Sauvignon, donde sentí fuertemente esa pasión, además de aprender a tener una mirada global del mundo del vino y a enfocarme en lo relevante de este trabajo. Al principio me parecía un poco aburrido vinificar casi solo esta cepa, pero luego entendí que hay que focalizarse en producir pocos vinos, pero de alta calidad.

En Argentina trabajé en el Valle de Uco, ubicado en el sur de la provincia de Mendoza. Aprendí sobre la esencia del país y de los argentinos, su constante alegría y la importancia que le dan a comunicar con mucho sentimiento, corazón y calidez lo que hacen. Comenzaron exportando después que Chile, gracias a eso, vieron que vender buena calidad a bajo precio no era el camino, y se posicionaron a un precio 15% a 20% más alto que el nuestro.

Los chilenos tenemos muchos paradigmas y nos cuesta entender cómo vender vinos más caros, tenemos que ser más atrevidos y “creernos más el cuento”. En los últimos años, Argentina ha tenido un cambio más rápido que nosotros hacia vinos más frescos, con menos madera nueva y más jugados, están haciendo un buen trabajo. En algún momento me gustaría hacer vinos en esas tierras también.

Tienes fama de hacer buenos vinos y de venderlos bien. ¿Cómo fuiste desarrollando esta habilidad comercial?

Creo que se logra cuando uno se va haciendo un poco más viejo o va teniendo más experiencia (ríe). Soy un apasionado del campo, me encanta estar en el viñedo, me hace muy feliz e impulsa a desarrollar las demás etapas de la cadena del vino. Además, tuve la suerte de tener buenos asesores, maestros enólogos muy sabios que manejaban bien la cadena completa.

 

Me gusta intervenir en todo. Necesito controlar todos los puntos del proceso, siempre estoy metido en el detalle, sea con equipos grandes o pequeños. Hay que visualizar que es lo importante, lo que hace la diferencia, para no diluir tus esfuerzos. Lo anterior, sumado al cariño que siento por el vino, me da la posibilidad de presentarlos bien, de llegar a los potenciales compradores y que estos crean en el trabajo que hago.

Estás haciendo distintas asesorías en el rubro, ¿en qué consisten y a quiénes están dirigidas?

Mis asesorías, en algunos casos, involucran la cadena completa, es decir desde el viñedo hasta la comercialización. Otras están dirigidas netamente al viñedo, hacer vinos y definir sus mezclas. Con la experiencia de siete años como Director de Enología del Grupo San Pedro Tarapacá, también aporto con mis conocimientos en la operación de bodegas, innovación en equipos, al manejo de gastos y costos orientados a distintas variedades y niveles de vino.

SI YA ENCONTRAMOS LA FINEZA Y ELEGANCIA, AHORA ES LA PERSONALIDAD LO QUE BUSCAMOS EN NUESTROS VINOS. QUE SE EXPRESE EN TOTALIDAD, CON BUEN MANEJO DE VIÑEDO, CON RENDIMIENTOS CONTROLADOS

Están destinadas a quienes tengan un proyecto interesante, sin importar la cantidad de kilos o botellas a hacer. He trabajado en todo Chile, de norte a sur y conozco bastante todas las áreas vitivinícolas del país.

Después de tu paso por grandes bodegas chilenas, ¿qué detono en ti, optar por un proyecto personal? ¿Es una tendencia que se está dando entre los enólogos?

Creo que la mayoría de los enólogos tenemos, en el corazón y en la cabeza, la idea de tener nuestra propia Viña o al menos de hacer nuestros propios vinos, es decir, no sólo trabajar para un tercero. Lograrlo no es fácil, pues normalmente las viñas en Chile no permiten a sus enólogos hacer sus propios vinos paralelamente a los que hacen para su empleador. En países de Europa, Estados Unidos e incluso Argentina, es cada vez más habitual que los enólogos puedan desarrollar también sus proyectos personales.

Paulatinamente, se ha ido generando este importante movimiento en Chile, lo que me parece extraordinario, pues era necesario matizar la producción logrando mayor diversidad, es decir, que no sólo existan vinos de viñas tradicionales, sino también proyectos pequeños, especialmente de origen, que permiten visibilizar lugares que antes no tenían protagonismo.

¿Cómo fue el proceso hacia esa independencia?

Desde hace varios años me cuestionaba el hecho de seguir trabajando como empleado. Pensaba ‘¿Hasta cuándo seguiré?’, teniendo en cuenta que no quería jubilarme trabajando para otro. Tengo 52, y según la ley sólo me faltan 13 años. Me había puesto fecha para independizarme en más de una oportunidad, pero aparecía algún desafío tentador que lo postergaba, y por supuesto siempre tenía la incertidumbre de qué pasaría si no resultaba.

Este año dejé la Dirección Enológica del Grupo VSPT, lo que permitió dedicarme a lo que había soñado desde la plantación de mi viñedo en el 2006. Fundé Viña Dagaz con los vinos provenientes de Colhue, lo que me tiene sumamente feliz.

¿Por qué escogiste el Valle de Colchagua?

Elegí Colchagua, y específicamente Pumanque, por las extraordinarias condiciones de suelo y clima que existen en este lugar para hacer vinos de alta gama. El suelo corresponde a granito, que es cuarzo fragmentado en peque – ñas partículas que dan origen a vinos de gran mineralidad, nervio y frescor. El clima está fuertemente influenciado por brisas marinas que vienen del Océano Pacífico a refrescar las temperaturas del día, y mantienen bajas temperaturas durante la noche. En el 2005, junto a un socio, decidimos comprar este terreno de 85 has totales, 40 de las cuales están hoy en día plantadas.

Distintos artículos te citan como un productor de vinos elegantes, ¿cómo defines ese concepto?

La elegancia del vino está dada por su origen y por lograr expresarlo correctamente. Es importante que el lugar permita obtener taninos finos y vinos persistentes. En la boca es fundamental que la sensación sea agradable, pero desafiante a la vez, y que no tenga excesos.

Mucho maquillaje en el vino no es bueno, es mucho más importante que se exprese su carácter, que se dé paso al terroir, y no hacer un dibujo sobre el vino. En mi caso, al tener un vino de granito, debes esperar tener mineralidad, fruta roja y fresca, y una boca vibrante, con nervio y energía.

Háblame sobre Dagaz. ¿Por qué su nombre? ¿Cuáles son sus características?

Dagaz es una runa celta, significa “el inicio de un nuevo camino”. Mi socio Patricio Gómez Barris, me propuso ese nombre e inmediatamente me gustó, pues su significado refleja la nueva etapa que estoy viviendo, la que me permite ser dueño de mi tiempo y me tiene con energías renovadas.

Este vino nació con la cosecha 2016, vinificando un par de barricas con mi familia, en forma muy artesanal. Estas dieron el origen a Dagaz Tierras de Pumanque, mezcla tinta de Cabernet Sauvignon, Petit Verdot, Carmenere y Syrah, que representa al terroir de Colhue.

Toda la información del proyecto se puede encontrar en la página web www.dagazwines.com.

¿En qué consiste la propuesta de tus vinos?

Mi propuesta es de vinos de origen, para mí es lo más importante a la hora de hacer un vino de alta gama. En este tipo de vinos los lugares deben trascender por sobre las variedades, algo que ocurre en Francia y otros países de Europa hace siglos. Los lugares son irrepetibles, en cambio las variedades se pueden hacer en distintos lugares.

Si en Chile entendemos esto, tendremos la oportunidad de hacer vinos de alta gama que tengan este valor agregado y que se puedan vender a un mayor precio. Con este sentido, me he unido a un grupo de pequeños hacedores de vinos de la zona costera de Colchagua, donde cada vino representa a su lugar. Estamos creando un sistema de colaboración técnica y trabajando conjuntamente para dar a conocer los proyectos.

A partir de esos mismos planteamientos de asociatividad que mencionas, ¿cómo ves el movimiento de la viticultura en Colchagua?

Creo que ha tenido tres etapas bien marcadas. La primera, fue el gran boom de los años 90 y 2000, con el desarrollo de viñas grandes y medianas. Luego vino un período donde este movimiento se comenzó a enfriar, y las miradas de los críticos y líderes de opinión se trasladaron a otros lugares como Limarí, Elqui e Itata.

En la actualidad, vivimos una tercera etapa con el surgimiento de proyectos más chicos, que vienen a rescatar variedades no tradicionales y a hacer vinos de origen, atrayendo nuevamente la mirada de los críticos. Hoy debe existir un complemento entre grandes y chicos, para ir reforzando la vitivinicultura de la zona y nos permita tener una oferta variada e interesante para el mundo.

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