Su pasión por la naturaleza y los deportes al aire libre comenzaron en su niñez, cuando subía a la montaña junto a su padre, el esquiador Orlando Díaz. Luego, su mudanza a las costas de la quinta región le permitió descubrir una conexión casi religiosa con el mar, alcanzando importantes logros en el bodyboard profesional, siendo uno de ellos, su segundo lugar en el Mike Steward Pipeline Invitational 2017 de Hawái.
POR MATÍAS SAN MARTÍN H.| FOTOGRAFÍA ARCHIVO VALENTINA DÍAZ
A sus 24 años, Valentina se dedicaba a la arquitectura de paisajes y a la instrucción de clases de esquí. En ese tiempo, su gran pasión por el bodyboard era sólo un hobby. Si bien participó como amateur desde los 17, jamás pensó ingresar al circuito mundial, hasta que “en uno de mis viajes, unos amigos extranjeros que participaban del APB World Tour, insistieron en que me sumara a la competencia. Ellos me aseguraban que tenía mucho talento y que podía representar profesionalmente a Chile”, recuerda la deportista.
A su regreso al país, meditó la propuesta de sus amistades. “Sentía que debía invertir en mí, en las cosas que me gustaba hacer. Por ello, me fui a un evento en Hawái, donde la experiencia resultó bastante buena. Incluso conseguí auspiciadores internacionales. Volví a casa y finalmente determiné recorrer distintos torneos y probar durante una temporada”, comenta.
Producto de su perseverancia, en el transcurso de cuatro campañas en el bodyboarding, Díaz (28) ha dejado una huella imborrable dentro de la disciplina nacional, siendo reconocida en 2015 como “la deportista del año” por el Círculo de Periodistas Deportivos, logrando una medalla de oro en los Panamericanos del mismo año, y un segundo lugar en la Copa del Mundo «Mike Steward Pipeline Invitational 2017” de Hawái. Asimismo, recibe el ofrecimiento de la marca O’Neill Chile para integrar su Team Rider, con lo cual se adjudica un valioso patrocinio para el progreso en sus desafíos.
Después de consagrar una excelente temporada 2018, en la que alcanzó el Top Ten a nivel mundial, se encuentra en un breve descanso en su casa del sector de Marbella, Maitencillo. Aprovechamos este receso para conversar con ella, conocer detalles de su carrera y de su particular estilo de vida que califica de nómade, persiguiendo en distintos continentes los mejores oleajes, entre los que se encuentran Banzai Pipeline, en Hawái; Cloudbreak en Fiji; Zicatela en México; Padang-Padang, Indonesia; y El Gringo, en Arica.
En tu cuenta de Instagram te autodefines como nómada. En Inglaterra se cataloga como “nowhere people” a quienes viven en condición errante. ¿Cuál es tu sentir al respecto?
Está en mi genética, especialmente por mis abuelos maternos, quienes llegaron a Chile provenientes de Inglaterra. Durante sus vidas fueron bien nómadas. La familia de mi padre también viajaba mucho, debido a sus trayectorias profesionales en el esquí de nieve. Vivieron en Estados Unidos, Canadá y en varios países de Europa.
Yo he viajado desde mi etapa escolar y gracias al bodyboard pude incrementar esos viajes en mis constantes traslados a otras latitudes en busca de buenas olas. Me considero una ciudadana del mundo. Durante el año vivo en varios lugares, teniendo tres fijos: México, Hawái y Europa. Amo mi bandera, pero también amo esa libertad que te da viajar y conocer otras culturas, aprender otros idiomas, generar otras familias y experimentar realidades distintas a la mía.
Muchos profesionales de los deportes acuáticos hablan de una conexión casi “religiosa” con el mar. ¿Cómo sucede eso en tu caso o bajo qué circunstancias comienza la relación?
El ser surfista es un estilo de vida que conlleva un contacto permanente con el mar. Es un deporte solitario, en ocasiones pasas mucho tiempo sola en el agua esperando por una ola, por lo que necesitas conocer bien el ambiente que te rodea. Es muy exigente, de modo que es casi religioso practicarlo. Dejas muchas cosas de lado y pones el surf siempre primero. La historia dice que era una práctica de la monarquía, por ende, las personas que entraban al océano tenían que estar bendecidas por Dios.
Me considero una persona de mar, por ello siempre le he tenido mucho respeto, pues siento que es nuestra divinidad. Las marejadas están en un constante cambio, tienes que aprender a leer sus señales. Debes interpretar a la perfección la meteorología, corrientes, presiones, oleadas, porque la naturaleza, en especial el mar, funciona igual que un reloj suizo.
“El bodyboard me marcó, me cambió la vida, me dio una nueva perspectiva, entrelazando aspectos que siempre me han gustado: la naturaleza, el deporte y conocer otras culturas”.
Primero, ¿cuál fue la sensación al entrar en contacto por primera vez con el bodyboard? Y segundo, ¿en qué momento decidiste enfocarte cien por cien en practicar esta disciplina?
Cuando me subí por primera vez a una tabla y entré al mar, descubrí un nuevo universo. Tuve esta experiencia y al salir del agua resurgí como una persona renovada, con el alma limpia. El bodyboard me marcó, me cambió la vida, me dio una nueva perspectiva, entrelazando aspectos que siempre me han gustado: la naturaleza, el deporte y conocer otras culturas.
Junto con practicar sobre la tabla, comencé a viajar mucho buscando lugares interesantes para surfear. Conocí gente e hice amigos que realizaban el tour profesional. En un momento, me dijeron que entrara al circuito, que tenía talento, que podía representar a mi país. La idea me quedó dando vueltas y me fui a un campeonato en Hawái. Allí, mi desempeño resultó ser bastante bueno, hasta conseguí auspicios de marcas australianas. Esto terminaría por convencerme, así es que concluyendo mis estudios decidí invertir en mí, probando una temporada dentro del tour mundial, con 24 años. Luego de las competiciones anuales, la evaluación fue más que positiva. Entendí que debía ser bodyborder a tiempo completo y darle un carácter profesional a mi preparación, algo que no existía acá todavía.
Para muchos es fácil prever el éxito, puede parecer un contrasentido el ignorarlo o no recibir una alerta cuando se está a punto de conseguirlo. En tu caso, ¿los triunfos llegan de improviso, sin aviso, o tienes conciencia plena de tus logros?
Siempre el reconocimiento me llega de improviso. Sé que tengo buenos resultados, pero continuamente estoy pensado en superarme y alcanzar metas más altas. Debo admitir que estoy muy feliz con mis logros, más aún con la oportunidad que tengo de enseñarle a la gente sobre la profesionalización de este deporte. Este impacto me enorgullece, he presenciado que muchas mujeres están sumándose al profesionalismo, siendo reconocidas en el mundo entero.
¿Tienes planes para tu futuro deportivo o hay cierta libertad al no planificar nada?
Tengo mis planes definidos, a corto y a largo plazo. Por el momento quiero enfocarme en las competencias mundiales y ganar la más importante, el Pipeline de Hawái. A largo plazo, no tengo otro objetivo que ser campeona mundial, llevar a lo más alto a nuestro país en bodyboard y ser la primera chilena en conseguir tal hazaña.
Vídeo archivo del canal de Youtube: Valentina Díaz Langdon.