POR JOSÉ OYARCE D. Si miramos al oriente medio nos encontramos con violencia, abusos, muerte y destrucción. Si subimos la
vista, veremos más al norte cómo los poderosos de “bota roja” intentan aplastar y saquear a pueblos hermanos sometiéndolos a los más bajos crímenes. Si miramos a la gran Babilonia, veremos cómo el máximo despliegue intenta mantener los grandes muros para que la humanidad de segundo nivel no ingrese a su “tierra prometida”. Más al sur, tiranos y dictadores de izquierda siguen pisoteando con engaño y violencia a sus pueblos que claman por una vida digna y humana, mientras se desperdician los inmensos recursos naturales y el valor de su propia gente. Dentro de nuestras fronteras veremos cómo una pseudo juventud -ansiosa de poder- engaña a diestra y siniestra bajo la mirada cómplice de conservadores indiferentes. La sociedad -aterrorizada por guerrilleros, pandillas y delincuentes- mendigando educación y salud, ve cómo sus esperanzas se pierden, tal como las promesas del poder crearon esta falsa Torre de Babel. Sin duda, momentos de terror, dificultad, hambre, miseria, abuso y muerte surgen en gran parte de nuestro globo inspirando a thrillers futuristas que quedan en deuda frente a tanta miseria. Esta nueva edad media de reyes sin alcurnia y ni nobleza se desarrolla en los actuales castillos creados, como siempre, con los impuestos o tributos que los nuevos ejércitos recogen bajo el yugo de la parcial ley. A esta escueta visión sociopolítica, podemos agregar la visión más profunda. Grandes poderes heredados de las guerras mundiales, entregan su esfuerzo convertido en dinero para preservar su permanencia con planes rigurosamente diseñado: crear conflictos en una población con menor defensa, aumenta el dominio territorial y el control. Sumemos la creciente infiltración de narcotraficantes que se van adueñando de la decadencia física y moral de los pueblos tercermundistas.
«Estamos en el tiempo oscuro de Calígula, donde los sin virtud son líderes de masasincultas y violentas».
En nombre de la democracia se cometen los peores crímenes y abusos, mientras se sigue concentrando el poder de titiriteros sobre ignorantes títeres. Hemos visto cómo en los pueblos oprimidos los títeres deben huir, emigrar tras bambalinas; los titiriteros se golpean sus también ignorantes espaldas. Hay que destacar que los pequeños «revolucionarios” -motivados por el falso poder o la pseudo religión- han manifestado su enojo y hacen pataletas de violencia que rápidamente son utilizadas, obviamente contra ellos mismos. Son grupos “radicales», en el fondo sigue la pugna por desarrollar la nueva humanidad muy frenada aún por la antigua humanidad: «Grandes dificultades tendrán las razas humanas emergentes, pues serán impedidas de surgir por sus antecesoras (…)”. La antigua humanidad que nos rige hasta hoy, tiene desarrollado el egoísmo y su sistema analítico racional pragmático para existir. Fue una humanidad emergente alguna vez, pero hoy domina a humanos más evolucionados, más conscientes; proclives al amor universal, a la ecología natural y humana, al compartir con el otro, a no sentirse dueño de todo; a generar apoyo real a otros, no dando el pez, sino enseñando a pescar. Es el camino lento a un mundo mejor y en armonía. El trabajo es propiciar y hallar ese camino con nuestra acción decidida y consciente, lograr unas chispas de educación y conciencia es el método. Permitir el desarrollo de un hombre nuevo y mejor es el objetivo final, la última clave para interpretar lo profundo de la pérdida del sentido de la vida y de los aspectos más útiles y permanentes que la guían. En la antigüedad describían cuatro niveles de evolución propios del ser humano: Las masas incultas, los comerciantes, los guerreros o héroes, y los sabios. Cada cual una virtud propia, característica además de un orden piramidal que naturalmente se expresa por mérito propio. La obediencia; la inteligencia para generar riquezas; desinterés de los bienes materiales y entrega total a la patria; el amor a la humanidad que sugería enseñar y formar líderes incorruptibles. Según esta clave, en la humanidad actual prima el bien propio y generar auto bienestar. Asimismo, no hay incentivo en ser más virtuoso, un mejor ser humano, se busca sólo satisfacer los planos más inferiores, materiales. No se ven leyes que promuevan la virtud, ni escuelas o universidades que busquen educar a cada ser humano según sus naturales virtudes en pos de una excelencia de oficio o profesión. Estamos en el tiempo oscuro de Calígula, donde los sin virtud son líderes de masas incultas y violentas. Pero la vida natural, armónica y equilibrada, resurgirá igual que el ave fénix, nuestro trabajo es hacer lo necesario para desarrollar internamente la virtud y compartirla con aquellas almas que también, sin darse cuenta, buscan la vida del que vive en lo alto, en el nuevo Olimpo, donde habitan héroes y dioses.