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Andrea Vargas Díaz, La ilustración: soporte estético y legado.

Nos conectamos con su particular esfera creativa, explorando su trayectoria y los desafíos de dedicarse profesionalmente a la ilustración artística y científica. A través de su notable habilidad, la joven creadora cuenta la pasión que la mueve a transformar ideas en imágenes vibrantes, capturando la esencia de sus proyectos gracias a su particular sensibilidad.

POR JOAQUÍN CUBILLOS G. FOTOGRAFÍA CLAUDIA MATURANA N.

En un mundo donde la imagen –en cualquiera de sus formatos– se ha convertido en un lenguaje universal, el oficio de la ilustración emerge más allá de una atractiva manera de manifestar el arte visual, como una poderosa herramienta de comunicación, figurando hoy, y también desde tiempos remotos, como una de las formas más versátiles y evocadoras de infinita expresión.

Un fascinante ámbito donde la combinación de colores, trazos y formas pueden atrapar la imaginación tanto de grandes como de los más pequeños, conquistando mentes y corazones para adentrarlos en una realidad diferente. Pero también, siendo un apoyo fundamental en las esferas educativas y científicas, donde este lenguaje visual –la ilustración– se transforma en un excelente recurso didáctico como complemento indispensable para elevar la experiencia lectora de innumerables textos e investigaciones.
Encantada en esa idea de crear, y motivada desde muy pequeña, la ilustradora sanfernandina Andrea Vargas Díaz, comenzó a mostrar esbozos de su veta artística. Sin mucha claridad de cómo encausar su pasión, pero siempre con el precepto de que, en la profesión que escogiera, el dibujo debía presente, inicia este camino ingresando a la carrera de diseño de vestuario en DUOC UC, sede Viña del Mar. No obstante, a poco avanzar, descubre que en el diseño gráfico podría acercarse mejor a su gran preferencia, aunque no al punto de cumplir sus expectativas.

“Fue en 2014, estaba en segundo año de la carrera, cuando la profesora María José Herrada –ilustradora naturalista– entró a la sala. Le pregunté de dónde venía y me dijo que del curso de ilustración. Me mostré tan entusiasmada que comenzó a hablarme de la carrera y en qué consistía. Después, revisando la malla curricular, me di cuenta de que había ramos que me llamaban mucho más la atención. Al año siguiente convalidé y me cambié a ilustración”, recuerda Andrea.

De ahí en más, se trató de un proceso de crecimiento donde sólo debía potenciar sus habilidades y saber reconocer las buenas oportunidades. “En carreras como la mía, uno tiene que abrirse espacios, así es que cuando en el mismo DUOC me comentaron que en la Universidad de Concepción había un nicho en la ilustración científica, postulé y logré hacer mi práctica en la Facultad de Ciencias Naturales y Oceanográficas. Desde ahí quedé enamorada de todo lo que esa área representaba. Gracias a ello y a don Pedro Arias, conocí y me desarrollé en dibujos de botánica, zoología y biología marina”, señala.

En esta nueva especialidad, pudo adquirir nuevas herramientas potenciando particularmente la capacidad de observación, puesta en práctica durante muchas horas frente al microscopio para empaparse de los más mínimos, pero también, más sorprendentes detalles de diferentes especies, como el alaje de mariposas, escamas de pescados, entre otros, cuando se trataba de la zoología.

“Ahí es donde siento está el poder de la ilustración, sobre todo en la científica. Recuerdo haber estado días observando una especie para ver todos sus detalles. La idea aquí es trabajar profesionalmente, porque la ciencia es exacta. Uno parte boceteando lo más limpio posible, y de ahí al dibujo en la versión más cercana al objeto u especie original. El trabajo final, después va, por ejemplo, a papers o diferentes publicaciones, dependiendo del requerimiento del científico”, describe Andrea Vargas.

ESBOZO DE UNA PASIÓN

La versatilidad de la ilustración permite transmitir fácilmente conceptos complejos, emociones y narrativas de manera creativa y distintiva, convirtiéndose en un elemento central en la construcción de identidades visuales, memorables y efectivas. Más aún, con el surgimiento de nuevas tecnologías ha ampliado su alcance, abrazando estilos diversos que van desde lo análogo hasta lo digital, encontrando su lugar tanto en medios impresos como en entornos virtuales.

Así entonces, el planteamiento artístico de Andrea Vargas en sus inicios fue paralelo a una búsqueda personal, sumergiéndose en sus inicios en una estética más bien realistas, como retratos de personas y mascotas. Ya titulada, y con un mayor conocimiento de las alternativas ofrecidas en el oficio de la ilustración, comienza a especializarse en la mezcla de técnicas, mostrando su predilección por la acuarela, los lápices de colores, grafito, de pastel al óleo y también acrílico, como una manera de plasmar un sello propio, un lenguaje visceral.

PARAESTA ARTISTAES IMPERANTE RELEVAR EL VALOR DE ESTE LENGUAJE, QUE MUCHAS VECES MANIFIESTA LA CONTINGENCIA EN CUALQUIER ÁMBITO: SOCIAL, POLÍTICO Y CULTURAL DE UN PAÍS.

“La versatilidad que tienen algunas técnicas me han permitido mostrar mi lado más desestructurado, jugando con propuestas no tan planificadas o tan pensadas, sino más bien instintivas, más espontáneas. Y es porque, esta profesión está muy ligada a lo que uno es como persona, pues más allá de nuestras competencias trabajamos con los sentimientos, creencias, entonces no es algo banal. En mi caso, es encontrar mi esencia y que ello se refleje en mi estilo”, asevera la ilustradora. Actualmente, asentada en Nancagua, trabaja para canalizar su talento en crear obras que no sólo deleiten a primera vista, también que cuenten historias y transmitan emociones profundas, a través de cada bosquejo y de cada coloración. Por ello su nombre y profesionalismo sigue creciendo, colaborando en diferentes proyectos para reconocidas empresas y organizaciones de O’Higgins y regiones vecinas, desplegando un abanico de creaciones desde el mundo del vino hasta los libros de literatura y ciencias.

“Uno de los trabajos que sin duda ha marcado el inicio de mi carrera profesional, fue la creación de la etiqueta para la línea de vinos Del Viento de Viña Estampa, la cual ilustré usando la técnica de la acuarela, algo a lo que le tengo mucho cariño, y que también me ayuda a marcar un punto de comparación con lo que he podido avanzar en el tiempo”, destaca.

Con referentes como Helen Beatrix Potter –ilustradora, fabulista de literatura infantil y naturalista británica–, Andrea Vargas no sólo tiene como norte continuar capturando la mirada de quienes observan su arte, también busca dejar una huella propia. Por eso, “su obra es importante para mí, porque ella ilustraba en un período donde las mujeres no tenían libertad para poder trabajar, y a pesar de ello, dejó un legado, más allá de un estilo precioso. También como mujer, de alguna forma, registraba el empoderamiento que tenía”, asegura.

Capaz de cautivar a todo tipo de público, la ilustración es considerada por Andrea como un especial puente para relacionarse y capturar la esencia del mundo que nos rodea, todo de una manera única y personal, casi como un toque mágico que nos hace detener la mirada. “He tenido la oportunidad de recorrer varias áreas, y gracias a ello, uno se va dando cuenta de que la ilustración puede estar en un libro, en una etiqueta de vino, en una estampilla, en una revista, en cualquier parte, y a través de ella, uno siempre estará comunicando, por eso para mí la ilustración juega incluso un rol en la sociedad”, asevera.

Para esta joven artista es imperante relevar el valor de este lenguaje, el que muchas veces manifiesta la contingencia, mostrando lo que sucede en cualquier ámbito: social, político y cultural de un país. “Ilustrar una especie en extinción y dejar un registro para poder verlo en 50 años más, o un hecho que haya pasado en un momento específico y que sea relevante para la historia, es algo realmente muy valioso e incalculable. No cualquier persona que sabe dibujar es un ilustrador, y es ahí donde está la diferencia. Por eso, lo que más amo de este oficio es su poder de comunicación, porque a través de él puedes educar, inspirar a otros, entregando un registro que va más allá de ser algo visualmente atractivo, o algo simplemente bonito, es dejar tu propio legado”, finaliza Andrea.

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