Es una tarea importante seguir despertando el alma dormida, olvidada o confundida.
Por José Oyarce D.
El maestro Platón, en su enigmática y trascendente obra “La República”, aborda el concepto de “ciudad perfecta”. Esa ciudad, se desarrolla cuando las personas que viven en comunidad, se autosustentan y tienen el privilegio de ser guiadas por un gobernante “aristócrata” (entiéndase por Aristos: El más virtuoso). Este busca su evolución material y espiritual. En esas circunstancias, cada ciudadano ejerce su oficio, entregando lo mejor de sí, para mantener la armonía material y humana. Cuando los alimentos escasean, pueden emerger problemas. Se puede miran a otras ciudades, para conseguir pro- ductos esenciales. Esto podría derivar en que los ciudadanos se inclinen a obtener más y buscar la riqueza. Ese fenómeno podría fomentar el egoísmo y las guerras.
En el escenario descrito, puede cambiar el tipo de gobierno, quedando los oligarcas al mando. El líder espiritual e intelectual, se reemplaza por el gobernante que busca satisfacer básicamente, lo material. Se observa que cada sistema de gobierno, responde a un nivel conciencial (valórico) de los propios ciudadanos.
Entonces, surge la opción de mejorar el nivel conciencial de las personas, desde un trabajo individual y permanente. En resumidas palabras, existen tres métodos:
- Vivir la vida y enfrentar nuestras Avanzar a través del dolor que esto causa.
- Intentar aprender algo más, aunque sea motivado por nuestros gustos, inclinaciones o Este método, requiere voluntad y algo de aprendizaje.
- Involucrarse voluntariamente en un proceso formativo, que exige tiempo y permanencia, re- conociendo al posible “Maestro”.
Implica seguir un camino virtuoso, con dolor, aprendizaje y aplicación de lo avanzado (discipulado).
Casi exclusivamente, hoy vemos el camino del dolor, lento y lleno de lágrimas. Creemos que lo que nos pasa, es injusto e inmerecido. No entendemos ni la vida ni la muerte. Desconocemos las leyes naturales de equilibrio, del Karma y el Dharma (camino individual y colectivo). Es como estar en una caverna, sin ver la claridad, caminando a tientas y porrazos.
El segundo método, despierta por chispazos de gusto de lecturas, con temas aparentemente atractivos o tendencias de opinión. A veces se logra aprender, pero el avance es corto y pasajero.
El tercer método, exige un grado de entendimiento mayor. Se despiertan la investigación, la devoción y el servicio. Existe una estructura probada en el tiempo, donde figurarán personas con mayor claridad y entendimiento que uno, que estarán dispuestas a trasmitir esa forma especial de pensar y ser, sin egoísmo, ni costos económicos.
Desconocemos las leyes naturales de equilibrio, del Karma y el Dharma
Se sirve para que otros aspiren a ser mejores personas y vuelquen todas sus energías a provocar la mágica transmutación, la al- quimia interior. Desde un hombre común y materialista, a un hombre virtuoso y espiritual. Del hombre común, al ciudadano que aporta su esfuerzo, en favor de la ciudad perfecta.
Todos participamos de la misma chispa espiritual, sin embargo, algunos la han percibido y expresado algo más que otros. Ese espíritu o alma, está a diario más presente, con sus expresiones virtuosas, anulando los indeseados defectos.
Es una tarea importante, seguir despertando el alma dormida, olvidada o confundida. Surgen frases y actos heroicos, relatos místicos, la poesía noble, la música exaltadora de valores humanos y el desarrollo del arte. Surgen también, la amistad sincera y a toda prueba, el acto generoso en silencio, la corrección a tiempo sin agresión, la paciente espera al caído y se secan las lágrimas del corazón que sufre. Todas son expresiones de almas más desarrolladas, que se transforman en un silente maestro de vida. Ahí se forja el ciudadano que busca la ciudad perfecta, el país perfecto o el mundo bueno y justo.
¡Fortaleza y perseverancia a aque- llos que liberan el alma encade- nada, a la oscura y triste materia de sus propios defectos!
