La primera bodega orgánica y biodinámica del país celebra dos décadas, trayectoria marcada por logros que hoy la distinguen entre las más importantes de la industria nacional e internacional, fruto de un trabajo enfocado en alcanzar la excelencia por medio de una armonía entre la calidad de sus vinos, el respeto por el medioambiente y su gente.
Por Matías San Martín H., Cristina Álvarez G. | Fotografía Viña Emiliana.
Viña Emiliana ha sido pionera en desarrollarse bajo la esfera de la sustentabilidad, destacándose como una de las Organic Vineyard más señaladas en el mundo gracias a sus viñedos manejados naturalmente, distinción que ha posicionado a su producción en más de 55 países mediante un portafolio atractivo e innovador, siendo sus principales mercados Estados Unidos, Holanda, Dinamarca, China, Canadá y Chile.
Este sello que vela por mantener un especial equilibro entre el ser humano y su entorno, también ha generado el reconocimiento de la crítica especializada, poniendo sus ojos sobre todo en sus etiquetas Coyam y Gê, renombradas líneas con las que han obtenido sobresalientes puntajes que, sin duda, resaltan sus cualidades organolépticas bajo una producción orgánica y biodinámica.
Para conocer las razones del éxito que ha forjado Emiliana a lo largo de su historia, su gerente general, Cristián Rodríguez, se refiere a la pasión y forma en que cultivan sus privilegiadas vides, las que dan origen a vinos que ciertamente hacen honor a cada uno de sus terroirs. Y de la misma manera, aquí nos revela la innovación puesta en sus nuevas mezclas, resaltando la importancia de aprovechar las bondades ofrecidas por el suelo colchagüino para su célebre producción.
Emiliana ha puesto atención en el Valle de Colchagua, pero su presencia en otras zonas indica que su nueva dirección apuesta por ser una viña transversal, obteniendo lo mejor de un variado abanico de valles vitivinícolas de Chile.
El inicio fue plantar diferentes variedades donde mejor se expresarán y así obtener la mejor calidad dependiendo de la zona. Fuimos uno de los primeros en llegar al Valle de Casablanca probando variedades principalmente blancas. También plantamos en Maipo, Cachapoal, Colchagua, Bío Bío y recientemente en Limarí. Pero sin duda Colchagua es el que nos vio nacer como viña orgánica y biodinámica. Es en Los Robles donde transformamos el primer viñedo a agricultura orgánica, dando origen a los íconos: Coyam y Gê. Es nuestra casa y centro de operaciones, ahí hoy se ubican tres de las cuatro bodegas, entre estas, la que produce vinos finos y top de línea.
Existe una gran particularidad en Los Robles, la mezcla excepcional de suelos coluviales sobre el piedmont. ¿Cuáles son las influencias dadas por los terroirs que alojan a las cepas que dan origen a Gê?
El viñedo se ubica en un cordón transversal de la Cordillera de la Costa. La mayor parte de los suelos son coluviales, con abundante pedregosidad en superficie y perfil, permitiendo una gran profundización del sistema radicular. La exposición sur de este cordón montañoso, da lugar a menos horas de sol y mayor humedad que otras zonas del valle. Las características van cambiando a medida que se baja desde la pendiente, así en las laderas encontramos suelos muy pedregosos de características franco arcillosas, pasando a la zona baja a unos más profundos y pesados. Nuestros mejores Syrah provienen de las laderas y los mejores Carmenère de la zona baja del plano, cepas que son la columna vertebral de Gê.
Gran parte de los blends clásicos colchagüinos se basan principalmente en la unión de cepas como el Cabernet Sauvignon, Carmenère y Syrah. ¿Han probado otras mezclas antes de lograr los actuales resultados?
Colchagua, y específicamente la zona de Los Robles, se caracteriza por producir grandes Carmenère y Syrah. Ambas se dan de manera excelente y por ello se han constituido en las variedades principales de Gê. Pero aquí también tenemos Cabernet Sauvignon, Merlot, Petit Verdot, Mourvedre, Garnacha, Tempranillo, Malbec y Carignan. Aquí hemos probado muchas opciones de blend, de hecho en Gê 2015, pronto a salir a la venta, aparecerán variedades que nunca habían sido parte de la mezcla: Garnacha, Malbec y Mourvedre.
Para este vino en particular, ¿por qué utilizaron selección masal y no clonal?
Gê proviene principalmente de viñedos de selección masal, aunque en un porcentaje menor también se usa clonal. La primera es el método de propagación basado en la identificación de las mejores plantas dentro de un viñedo, de acuerdo a su fenotipo. En ésta, se puede lograr mayor complejidad o diversidad en el producto final, concepto clave no sólo en los vinos más premium, sino también en uno orgánico y biodinámico: más auténticos y con sentido de propiedad del lugar.
“Lo orgánico y biodinámico son la mejor manera de producir vinos de calidad superior. Es la forma más óptima para que la planta exprese de manera natural el lugar y dé lo mejor que tiene, sin manejos intensivos que buscan producir mayor cantidad de kilos artificialmente”.
En la vinificación de sus vinos destacan: no uso de levaduras, fermentación maloláctica realizada en forma espontánea, y la no filtración. ¿Por qué deciden incluir estas prácticas algo más “naturales”?
Tiene que ver con la filosofía de empresa, con lo que somos y queremos ser. No sólo producir vinos certificados 100% orgánicos, también ir más allá de lo que exige la legislación hacer productos más auténticos y que representen fielmente el lugar de origen. Un buen ejemplo es el uso de levaduras nativas, contando con un material más amplio y diverso que provienen del mismo campo y aportan diferentes características al vino.
Aplicar estas técnicas, además de sumar uvas orgánicas y practicar el biodinamismo, ¿representan un atributo adicional para considerar a un vino como de alta gama?
Sí, creemos fielmente que lo orgánico y biodinámico son la mejor manera de producir vinos de calidad superior. Es la forma más óptima para que la planta exprese de manera natural el lugar y dé lo mejor que tiene, sin manejos intensivos que buscan producir mayor cantidad de kilos artificialmente. Es un tema de cuidado y cariño. Tratar de no homologar condiciones en el manejo agrícola y enológico nos permite tener equilibrio y balance en nuestras uvas.
En casi todas las añadas de Gê se advierte una mezcla que año tras año se muestra muy armónica. ¿Cómo llegan a elegir las variedades contenidas? ¿Álvaro Espinoza colaboró en la decisión?
El Syrah es una de las cepas más versátiles en Chile y dependiendo donde esté plantada, otorga diferentes características. En Colchagua, muestra una fruta intensa, roja y con taninos bastante estructurados. El Carmenère, por su lado, aporta taninos suaves, por lo que al combinarlas otorgan vinos de gran calidad y elegancia.
Esta elección de variedades que cada cosecha puede cambiar en porcentajes, pero conservando la misma columna vertebral de Syrah y Carmenère, fue decidida hace años por nuestro enólogo asesor, Álvaro Espinoza, quien ha estado desde los inicios de nuestro proyecto orgánico, ayudándonos a mantener y conservar el carácter y autenticidad de los vinos. Hoy junto a Noelia Orts, enóloga de Los Robles, ha trabajado en hacer de Gê la mejor expresión de calidad de Emiliana.
La vitivinicultura es una apuesta a largo plazo, por ende, los vinos también lo son. ¿Cómo ha visto el crecimiento de Gê? ¿Cómo lo proyectarán en el tiempo?
Es un vino que nos gustaría hacer por muchos años más. No tiene por objetivo crecer en volumen, ya que se limita sólo a lo mejor de lo mejor que nos ofrece el viñedo de Los Robles, y que dependerá mucho de lo que cada año nos pueda entregar. Su producción partió con 6 mil botellas, hoy alcanza las 12 mil. Es el primero certificado Biodinámico de Latinoamérica y su nombre significa tierra. Es una manera de resumir lo que es la agricultura biodinámica: el poder devolverle a la tierra lo que le quitamos.